Los tóxicos son el origen básico de todas las enfermedades y cuando existe una sobrecarga en el organismo de éstas, se empieza a saturar la sangre, la linfa y las células, afectando, por ende, la salud en general.
El enfermo
La naturaleza tóxica de los deshechos produce inflamación, a la vez que se interfiere en la oxigenación y nutrición adecuada de las células. El enfermo con carga de toxinas puede sentirse no sólo con síntomas físicos como es el dolor y un gran cansancio crónico, sino también irritable, ansioso u hostil.
Con el tiempo acabará desarrollando alguna enfermedad de tipo inflamatorio acabada en “-itis” como puede ser una dermatitis (piel), una gastritis (estómago), una colitis (colon) o una hepatitis (hígado). Si permitimos que avance la acumulación de toxinas, la vitalidad del cuerpo seguirá disminuyendo y la situación se agravará.
Es por lo anterior importante ayudar a nuestro organismo a, por un lado evitar en lo posible las fuentes de toxinas que nos agreden, al mismo tiempo que le aportamos micronutrientes que faciliten la función de detoxificación de los órganos emuntoriales, especialmente nuestro hígado.
Alimentos que podemos incorporar en nuestra alimentación
y que ayudarán a reparar nuestro hígado son especialmente las crucíferas (brócoli, kale, coles de bruselas) así como el rábano tipo daikon, rúculas, endibias, ajos y cebollas. Si nos gustan las especias nada mejor que la cúrcuma o incluso el curry (mezcla que también la contiene), y el jengibre. La calidad de los alimentos es crucial así que es importante evitar los pesticidas y que nuestra alimentación sea lo más ecológica posible.
Para asegurar la sulfoconjugación, principal proceso de detoxificación hepática, el organismo necesita moléculas azufradas aportadas por ejemplo por algunos aminoácidos tales como la taurina y la metionina. Ricos en compuestos azufrados, el ajo y el rábano negro favorecen la eliminación de las toxinas y de las secreciones biliares. El sulforafano presente en el brécol es un inductor de las enzimas hepáticas de detoxificación y actúa también como antioxidante (caza los radicales libres).
Esos componentes junto al selenio, zinc, la vitamina B6 y la B9, se encuentran en la fórmula exclusiva de ERGYTAURINA DETOX.
Por otro lado el Desmodium ascendens es una planta herbácea de las regiones tropicales, utilizada tradicionalmente en el bosque ecuatorial africano en los casos de hepatitis víricas agudas.
Crece de manera natural en Ghana y Senegal. Desde tiempos remotos, tanto los tallos como las hojas se han utilizado por los médicos tradicionales africanos, para combatir diferentes afecciones hepáticas. Los extractos de alcachofera tienen propiedades terapéuticas sobre el sistema hepatobiliar y sobre el metabolismo en general.
La Silimarina, presente en el Cardo Mariano, es una de las sustancias del reino vegetal más activas que se conocen para la protección y regeneración hepática. Esa mezcla maravillosa de plantas que permite una mayor capacidad para detoxificar se encuentra en ERGYEPUR.
Algunas de las fuentes comunes de toxemia pueden clasificarse en endógenas o en exógenas, según su origen:
ENDÓGENAS:
- Desechos metabólicos.
- Desechos propios de la actividad celular.
- Células muertas.
- Dificultades y problemas de tipo psico-emocional.
EXÓGENAS:
- Alimentos y bebidas “no naturales” que se han sometido a procesos propios de la indústria alimentaria: refinados, procesados, con aditivos, etc.
- Alimentos que a pesar de ser naturales, se alteran por el proceso de transporte, almacenamiento, cocinado, etc.
- Sustancias farmacológicas, o incluso suplementos alimentarios que no cumplen con estrictos controles de calidad (a diferencia de Nutergia) y son aporte de aditivos, metales pesados y otros tóxicos.
- Tabaco, alcohol y otras drogas.
- Contaminantes ambientales, comerciales e industriales.
- Aire y agua impuros.
Redactado por el departamento Técnico de Nutergia Laboratoio