Los probióticos: interés para las defensas anti infecciosas
Infecciones ORL
Numerosos estudios demuestran la eficacia de los probióticos sobre el predominio de catarro y gripe, incluso en los niños.
La toma de bacterias probióticas permite iniciar una respuesta inmunitaria en el intestino que conduce al reinicio de las respuestas inmunes en las mucosas respiratorias y/o al alivio de los fenómenos inflamatorios.
Diferencias entre leváduras y bacterias probióticas
Saccharomyces boulardii es una levádura muy prescrita en caso de diarreas.
Naturalmente, las leváduras solo representan una ínfima parte de los gérmenes encontrados en el colon (103 a 104 gérmenes/g de heces), lo que equivale entre 50 a 70 veces menos que las bacterias de tipo lactobacillus o bifidobacterium que, ellas, constituyen lo que llamamos la flora dominante…
Su consumo por tanto no es fisiológico, y solo permite obtener efectos transitorios, ya que Saccharomyces boulardii no se adhiere a las células intestinales, a diferencia por ejemplo del LGG que presenta un pili. Así, un metaanálisis del 2013 muestra que los lactobacillos reducen las diarreas asociadas con antibióticos y las infecciones de Clostridium difficile de manera más significativa que el Saccharomyces boulardii.
Un metaanálisis del año 2013 que agrupó 4 estudios clínicos (1.805participantes) concluye que “la administración de Lactobacillus rhamnosus GG (LGG) tiene la capacidad de reducir la incidencia de otitis agudas, de infecciones respiratorias altas y del uso de antibióticos en los niños”.
Estos resultados han sido confirmados en 2014, en los niños prematuros: la incidencia de las infecciones rinovirales disminuyó con la administración de LGG.
Diarreas infecciosas y post-antibioterapia
Los probióticos, reduciendo la adhesión de patógenos, a través de la restauración de la mucosa intestinal y la activación del sistema inmunitario, permiten luchar contra las diarreas infecciosas. Diferentes publicaciones muestran que la cepa LGG en particular permite reducir las diarreas de rotavirus en los niños.
Este probiótico tiene la capacidad de prevenir este tipo de diarreas y de reducir los efectos secundarios. Un metaanálisis que agrupó 10 estudios clínicos comparó la eficacia de diferentes cepas (LGG, L. reuteri, boulardii o acidophilus) en esta indicación, y demostró que únicamente el LGG tuvo efectos significativos. Así, un estudio de 2010 concluye que “la administración de LGG se puede recomendar como una estrategia válida para disminuir el riesgo de infecciones nosocomiales del tracto gastro-intestinal y respiratorio en pediatría”. En 2014, un estudio clínico validó estos resultados y demostró que la administración de LGG permite reducir el predominio de diarreas (25 % contra 46 % en el grupo control) y la alteración de la función intestinal (48 % versus 72 %).
Este probiótico aumenta de manera significativa las tasas de IgG, contribuyendo a una mejor defensa anti-viral. Esta cepa tiene también efectos beneficiosos demostrados
en la prevención de la diarrea del viajero.
La diarrea post antibioterapia, principal efecto secundario del tratamiento por antibióticos, suele estar asociada con una infección por Clostridium difficile. Diferentes estudios han mostrado un efecto beneficioso del LGG contra las infecciones a C. difficile. Además, las cepas L. acidophilus y B. bifidum en toma simultánea, lograron reducir la aparición de diarreas de C. difficile en personas mayores (46 % frente 78 %).
El mecanismo de acción podría ser una inhibición de toxinas producidas por el agente patógeno.
Antibioterapia: importancia de restaurar la flora…para restaurar la barrera intestinal
Varios estudios muestran que la antibioterapia reduce la diversidad de la microflora intestinal: por ejemplo, en los niños, se describe que 7 días de Amoxicilina, dividen en 2 la tasa de Bifidobacterium bifidum.
Estos efectos favorecen la aparición de cepas bacterianas resistentes, a veces patógenas, o bien de levaduras, y desequilibran el metabolismo y la absorción de vitaminas.
La profunda modificación de la flora generada por los antibióticos, produce una permeabilidad intestinal cuyo mecanismo se detallo en 2013: disminución de los enlaces membranarios «estrechos» entre los enterocitos, de la expresión del receptor de butirato (ácido graso de cadena corta esencial a la barrera intestinal y producido por los probióticos), y modificaciones del transporte de iones a través de la mucosa.
Estos efectos pueden reducirse gracias al aporte de LGG, permitiendo el mantenimiento, entre otras cosas, de la expresión de los receptores de butirato.
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