Fue a finales del siglo XIX cuando se estableció por primera vez una relación entre desórdenes intestinales y modificaciones de la flora intestinal. Después de diversas observaciones, los descubrimientos se suceden: se evidencia que algunos fermentos lácticos ayudan a restaurar la salud intestinal.En los siglos XX y XXI, el descubrimiento de diversas microbiotas de nuestro organismo permite mejorar el conocimiento de su composición y papel, poniendo en evidencia la importancia de las bacterias lácticas así como de su estabilidad para la salud del huésped. Se evidencia la importancia de la relación entre las diversas microbiotas. Se demuestra la importancia de mantener esas floras diversas a través de la alimentación primero, sin olvidar el mantener una higiene de vida adecuada.
Un poco de historia
A inicios del siglo XX, el científico ruso Elie Metchnikoff, microbiologo ruso, premio Nobel de medicina, se sorprendió de la longevidad de los Búlgaros, grandes consumidores de productos fermentados, ricos en fermentos lácticos – así llamados por el hecho de que producen ácido láctico.
Concluyó que esas bacterias ejercían un efecto positivo sobre los intestinos y la salud. El yogur se vendía entonces exclusivamente en farmacias.
En esa misma época, Henry Tissier, pediatra frances, aisló una bacteria llamada Bifidobacterium breve de la flora de niños amamantados sanos, no presente en la de niños que sufrían diarreas. Recomendó por ello administrar esta cepa.
Los probióticos a lo largo del tiempo
PASTEUR: Descubre las bacterias lácticas.
LISTER: Aísla las bacetrias lácticas a partir de la leche rancia.
EL DOCTOR MINORU SHISOTA: Obtiene los primeros cultivos estables de Lactobacillus caser.
ENSAYO CLÍNICO: sobre el empleo del L. acidophilus en los catarros
KOLLATH: Define los probióticos como «suplementos necesarios para el restablecimiento de pacientes que sufren malutrición».
FAO/OMS: El probiótico es un «microorganismo vivo que consumido en cantidades adecuadas, produce un beneficio sobre la salud del anfitrión».
METCHNIKOFF: Desarrolla un régimen alimentario basado en leche fermentada.
TISSIER: Descubre el hénero Bifidobacterium.
MORO: Descubre el Lactobacillus acidopjilus.
FULLER: Define el probiótico como «un suplemento alimenticio a base de bacterias vivas con efectos beneficiosos sobre el anfitrión al mejorar su equilibrio bacteriano intestinal».
La palabra probiótico (del griego biotikos «en favor de la vida») aparece en 1953, utilizada por Kollath. La investigación estudia de manera amplia los efectos de las bacterias intestinales. En 2001, el comité de expertos de la FAO/OMS da la siguiente definición : « micro-organismos vivos, que una vez consumidos en cantidad suficiente, mejoran la salud del anfitrión”. Hoy en día, los probióticos continúan siendo objeto de numerosos estudios.
Las bacterias lácticas son algunas de los principales probióticos; engloban en particular los lactobacillos (del género Lactobacillus) y las bifidobacterias (del género Bifidobacterium).
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- Lácteos: yogures y leches fermentadas, quesos.
- Frutas y verduras: chucrut (crudo si es posible), zumo de fruta y kefir de fruta.
- Productos del mar: pescados ahumados .
- Aceitunas, pan con levadura, salchichón, salsa soja, miso, tempeh, etc.
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Fermentos lácticos y microbiotas
Nuestro organismo está compuesto por: un 10% de células humanas y un 90% de microbios.
El organismo humano alberga ecosistemas bacterianos llamados microbiotas. La más conocida, la microbiota intestinal. Menos conocidas: las microbiotas respiratoria, urinaria, vaginal, cutánea, bucal e incluso ocular….. La presencia de este conjunto de micro-organismos, vivos para cada uno de ellos en un entorno específico, no se debe al azar, ya que aseguran múltiples funciones, entre ellas la protección del órgano frente a “intrusos”.
La microbiota intestinal
Nuestro intestino es un inmenso vivero de bacterías (1.014 micro-organismos que pertenecen a más de 1000 “familias” diferentes), entre ellas numerosas bacterías lácticas. Esta microbiota es propio a cada uno de nosotros, al igual que nuestras huellas dactilares y vive en equilibrio.
Asegura 3 funciones principales para la salud:
- Un papel nutricional mediante la digestión de las fibras, de los amioácidos, de la lactosa; por síntesis u absorción de vitaminas (B2, B5, B6, B8, B12, K…).
- Un papel de barrera oponiéndose a la entrada y/o fijación de patógenos en el organismo por diversos mecanismos.
- Un papel inmunitario (maduración del sistema inmunitario, control de la alergía…).
Estos beneficios dependen de las bacterías: algunas actúan más a nivel digestivo (Lactobacillus paracasei, acidophilus, plantarum, Bifidobacterium longum), otras en el ámbito inmunitario, en particular Lactobacillus rhamnosus LGG (objeto de numerosas investigaciones y publicaciones) .
Las microbiotas vaginal y urinaria
En la microbiota vaginal, predominan en un 95% los micro-organismos vivos de tipo lactobacillos. Un 2º grupo, el de las bifidobacterías, también está presente en este ecosistema vaginal. Estas bacterias, que viven en colonias, cubren las paredes vaginales creando una bio-pelicula protectora, estimulando los procesos inmunitarios locales
Nota: ¡al contrario de lo establecido, la orina no es estéril! La vejiga alberga así una microbiota específica en la cual predominan los lactobacillos.
La microbiota del árbol respiratorio/pulmonar
Dotado de fenómenos de purificación específicos, el árbol respiratorio ha sido considerado durante años como un lugar estéril para las personas sanas. Hoy en día se sabe que no es el caso: las vías respiratorias albergan también una microbiota diversa, compuesta también de bacterias lácticas.
www.medecinesciences.org/articles/medsci
Las microbiotas : un equilibrio fragil, con relaciones estrechas
El equilibrio de cada uno de las microbiotas es frágil
Una alimentación desequilibrada, el uso prolongado de antibióticos o de ciertos antifúngicos… al igual que el estrés, la bajada de la inmunidad… van a desequilibrar estas microbiotas, constituyendo un terreno de vulnerabilidad expuesto a la contaminación bien por parte de un agente patógeno (de ahí las molestias urinarias o vaginales que nos pertuban adiario) bien expuesto a molestias digestivas, un terreno inmunitario débil, etc.
Algunas microbiotas son interdependientes
Encontramos, con un perfil propio a cada mujer, un alto grado de homología (cuantitativa y cualitativa) entre las bacterías presentes en la microbiota vaginal y la microbiota intestinal (1). Se puede considerar esta última como una reserva bacteriana para la microbiota vaginal.
Durante la toma de fermentos lácticos por vía oral, se observa que las cepas colonizan la microbiota gastro-intestinal antes de migrar hacia la mucosa genital para actuar: aumento de la cantidad total de lactobacilos vaginales desde el séptimo día de toma con restablecimiento del pH vaginal y mejora de la flora vaginal (2). De la misma manera, la presencia de bacterías vaginales desequilibradas puede reactivar otras a nivel de la vejiga, provocando entonces molestias urinarias (3).
Hoy en día se sabe que la microbiota intestinal juega un papel clave en la iniciación y adaptación de la respuesta inmunitaria, no solo en el tubo digestivo, sino también a distancia, a nivel de los púlmones (4). En efecto, una alteración de la microbiota intestinal puede impactar el sistema respiratorio favoreciendo por ejemplo la aparición de alergías.
[3] https://blog.santelog.com/2017/04/02/microbiote-vaginal-
[4] Samuelson DR et al. Regulation of lung immunity and host defense by the intestinal microbiota. Front Microbiol. 2015; 6: 1085.
Los fermentos lácticos, esenciales para la vitalidad
Para preservar el equilibrio de cada una de estas microbiotas, la higiene de vida es fundamental, así como una alimentación sana y viva (sin olvidar los probióticos “para la vida”) además de una higiene mental, etc.
En algunas circunstancias, aportar un complemento de fermentos lácticos sera de gran ayuda.